martes, 15 de abril de 2014

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sábado, 12 de abril de 2014

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Nílindor

En tiempos antiguos las tierras de Nílindor estaban habitadas por diferentes civilizaciones de hombres, elfos, enanos, monstruos, hadas y otros seres fantásticos que regían en imperios fortificados e inexpugnables en naciones inmensas de recónditos parajes, en castillos ocultos en bosques frondosos, bajo las aguas, tras las sombras o encubiertos por
las nubes.
Intentando convivir en días de paz y noches de serenidad profunda subsistían, conociendo sus límites y protegiendo sus fronteras, algunos
con poderosos ejércitos armados, otros con magia y hechizos, todo era válido para mantener a raya la codicia, el odio, el orgullo, la ira, los celos, la venganza y el hambre de poder que amenazaba con devorarlos y extinguirlos cada vez que un Rey perdía la humildad cayendo víctima de la ambición y el deseo del dominio.


Introducción


Cuenta la leyenda que en el pasado existió un poderoso Reino élfico levantado al Nordeste de las extensas tierras de Nílindor. Era tan próspero e inmenso que se decía que sus filas de guerreros eran inquebrantables y que la ciudad entera estaba recubierta en oro y plata.
Fue la era de Kemuriel Leafheart, el señor de Ismind, Rey de los elfos y protector de los cuatro elementos.
Desafortunadamente la maldad corrompió un corazón sagrado, y Kemuriel se vio obligado a separar el poder y proclamar un edicto inquebrantable para preservar la paz entre las razas.
No pasó mucho para que la vida del señor de los elfos se apagara por culpa de traiciones inesperadas y sucumbiera. Su hijo Elmerond lo sucedió en el trono guardando con devoción el elemento del aire, mientras que Nilrod, el menor de su casa, se marchó al Oeste junto a sus seguidores, quienes sólo deseaban olvidar y sanar sus corazones para no caer ante la pena. Allí levantaron un nuevo imperio, y siendo Nilrod el guardián de la tierra, fructificó sus valles dando prosperidad a sus vecinos.
El agua fue hurtada y escondida por el enemigo, dormida se mantuvo en calma. Mientras que el fuego, había sido ofrendado a los hombres, como prueba de amistad y lealtad, para que sobrevivieran al crudo invierno que cubrió la tierra en aquella época oscura. Estos lo guardaron celosamente y jamás hablaron de su poder, para que los ojos del enemigo no se posaran sobre ellos… así pasaron los siglos...
Elmerond se casó y concibió tres hijos mientras que Nilrod sólo tuvo un heredero legítimo; El príncipe Orlíms, un joven elfo atado a un destino pesado, como cadenas de hierro oxidadas sobre su cuello.
Cuentan las profecías que el mal buscará reunir las joyas del poder y que la guerra estallará en la era del Rey Elmerond, Impulsada desde el Norte por Gláhad, el hechicero oscuro de los montes malditos. El apocalipsis será comandado por su hijo, Eliseo, y así el brazo oscuro se extenderá en todas direcciones dispuestos a corromper los corazones
más puros sometiendo, saqueando y devastando a cada raza con ejércitos de mutaciones.
Nilrod sentirá en su interior que el fin golpeará sus puertas, y aun así aguardará un milagro de redención. Pero lo inevitable acontecerá, y sólo entonces deberá alejar de la ciudad a su heredero para salvarlo de las tinieblas.
Orlíms será escoltado junto con el elemento hasta el único lugar en donde la oscuridad no puede alcanzarlo, y es aquí cuando un giro inesperado torcerá los hilos del destino y el joven príncipe deberá encontrar el verdadero significado del amor, la hermandad y las alianzas, frente a las más despiadadas traiciones.
Una historia atrapante, una leyenda que cobrará vida a través de las páginas. Alma de héroe y corazón de Rey I.

Todo es posible... porque somos magia



Alma de Héroe y Corazón de Rey I- Hilos del destino